La vida sin problemas es...
Hace unos días estuve avanzando un poco en mi próxima novela "A veces sueño con la muerte y me decapita". Escribí un par de capitulos y corregí otros. De momento todo marcha bien en cuanto a la estructura y desarrollo. Las ideas afloran por si solas y eso es un buen síntoma, además del hecho de que me estoy divirtiendo a pesar de tener que adentrarme en la construcción de personajes que son "oscuros" o que al menos el desarrollo de cada uno va siendo un tanto caótico. Al trabajar con varios personajes en espacios cerrados surge la posibilidad de tener que marcar muy bien la personalidad de cada uno para así poder hacer que choquen de manera constante. Ante la variedad surge la pulsión de la historia. Además aún no llegué al problema principal siquiera (una muerte), aunque ya me estoy acercando a ese primer climax. Pero y retomando, el hecho de tener que crear personajes nuevos y tan marcados hace que se vuelva interesante y surjan problemas nuevos para la historia. Pero en cuanto a mí, hace que sea realmente agotador tener que lidiar con tantas oscuridades escondidas en la psiquis de cada personaje, ya que sus moviles y acciones deben de estar justificadas. Y aquí nace un proceso de investigación en varias tematicas que no son tan amenas de afrontar pero que a su vez son necesarias. Una de las principales recompensas de todo esto es el ponerse de frente a dicha oscuridad y hacerle entender que no va a ganar, al menos en mí. Al final del día la oscuridad siempre va a estar ahí fuera, esperando latente para aprovecharse y así ganar la batalla constante entre las desazones y las ganas de estar bien. Es el bien y el mal. Es la historia más antigua de la humanidad, es LA historia de la humanidad. Y ante esto surgió la cita de apertura de la novela... y es que iba caminando por la peatonal Córdoba, entre Corrientes y Entre Ríos rumbo a la facultad. Como siempre, iba fumando un cigarro con los auriculares puestos. En este caso estaba escuchando el disco "Luzbelito" de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. De repente sonó la canción "Luzbelito y las Sirenas" y algo en mi hizo un click al escuchar la tan icónica frase escrita por Solari. Se trata de la mítica "La vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo". Automaticámente, cual epifanía, dije "esta es", por lo que procedí a realizar la siguiente anotación en mi bloc de notas: "Frase de apertura de "A veces sueño con la muerte y me decapita", Luzbelito, la vida sin problemas es matar el tiempo (...)". Una vez que me senté a escribir y poder recurrir al agregado de dicha frase en la parte inicial de la novela me entraron dudas. ¿Abrir otra novela con una frase de los redondos? Ya lo hice en "Los Días Extraños". Así que después de meditarlo un momento me di cuenta que era un rotundo SÍ. Y es que... ¿por qué no? Si los redondos me acompañan muy seguido en mis procesos de escritura, son una gran compañía y por momentos inspiración. Son todo lo que está bien.
Ahora bien, ¿cual es la razón de ser de dicha elección? Ya que se trata ni más ni menos que la primera impresión que alguien tendrá de la novela, de la historia. Es como el primer plano de una película. Es junto al plano final el más importante. Es lo primero que alguien leerá de nuestra historia. Es una frase que condensa un significado importante, es algo que se relaciona con la historia que contamos, es una antesala de lo que el lector se encontrará. Por ende, encontré pertinente la elección a mas no poder, y es que... ¿qué sería la vida sin problemas? Más que matar el tiempo a lo bobo. Y considero que ahí yace con gran relevancia lo que quiero contar. Son personajes que se buscan problemas que podrían evitar, son personajes que llevan como naturaleza el querer sentir algo que los haga escapar de la rutina. Buscan constantemente el no matar el tiempo a lo bobo. Quieren hacer algo diferente, algo distinto. Así que así va la cosa, así va la historia. De momento conforme, de momento... veremos en próximos días, en próximas sesiones de escritura, cuando me toque enfrentarme más de lleno a varias cuestiones, cuando de verdad tenga que hacerle frente a la oscuridad, cuando deba de hablar cara a cara con la muerte. Pero me estoy adelantando y todo puede pasar. Aunque estoy seguro, no hay punto medio. O caigo en la oscuridad o me divierto escribiendo cual niño con juguete nuevo. Hay algo que tengo bien claro, y es que ante la oscuridad no pienso ceder, ni un segundo, ni un momento. Le daré lugar, ¿pero caer ante ella? No lo puedo permitir. No me lo puedo permitir.
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