Lo que nunca quise saber.
Fueron unos días turbulentos a nivel emocional. De esos días en los que uno se ve ante la imposibilidad de no poder evitar el adentrarse hacia una catarsis que pone de frente ante uno mismo. Es decir, me fue imposible no pensarme desde varias perspectivas no tan cómodas, no tan gratas.
En mis cortos 23 años tuve un bagaje por el mundo del arte en extremo variado. Crecí escuchando blink-182, jugando videojuegos, haciendo trucos en BMX y viendo películas de American Pie. Pero también crecí escuchando Nirvana y viendo películas de terror. Ante toda esta amalgama de estilos me tocó chocarme con una pared: era parte de todo, pero a la vez parte de nada. Nunca terminé de encontrar mi lugar en el mundo. Siempre vagué por un mundo incongruente guiado por el pulso de tocar extremos de todo tipo. En principio me gustaba ser así, era bueno no tener prejuicios a la hora de consumir lo que sea. Pero poco a poco esto se fue tergiversando para luego chocarme con la madre de mis verdades: ser hijo de una cultura guiada por la autodestrucción. Construyendo una parte de mi persona en base a ídolos que culminaron su camino artístico en diversas formas de la tragedia, queriendo casi que imitar por momentos. Además, uno de los mayores desencadenantes del hecho de "formar parte de todo" fue la profunda contradicción que creó en mí. Y es que siempre me encontré en un constante choque de fuerzas dentro mío. Entre lo que quiero, lo que soy y lo que pretendo ser. Por ejemplo, empecé a fumar a los 13 pero me volví fumador a los 19. Mi primer tatuaje fue a los 14 años, desde entonces no pasó un solo año sin que me tatue. Antes tenían significado, hoy simplemente me tatuo porque sí, o quizás para apaciguar algún tipo de dolor emocional (o cerrar) que se mueve por el mundo de lo no dicho, de lo no asumido. Tuve el pelo por la cintura, me hice degradados, estuve teñido, tuve rastas y ahora estoy rapado. Antes amaba la nostalgia, me remontaba a lugares que me abrazaban. Hoy la desprecio y son en extremo escasos los momentos en los que le doy lugar para poder disfurtarla de verdad. Pretendo ser claro a la hora de expresarme y entender que me pasa, sin embargo, cuando tengo algo no lo quiero y cuando no lo tengo lo anhelo en demasía. Durante toda mi adolescencia me di con de todo, desperdiciando domingos enteros entre resacas y angustias. Hoy soy abstemio. Antes era extrovertido, me gustaba socializar, hacer reír a los demás. Hoy soy un introvertido empedernido. Toda esa furia basada en la angustia de no ser que cargué durante mis años adolescentes pegó la vuelta y volvió en forma de enojo hacia mi persona. Y nunca es ameno el llevarse mal con uno mismo, por eso es una de las cosas que mas trabajo. Al fin y al cabo, la única persona que voy a tener por el resto de mi vida a mi lado va a ser a mi mismo, para bien y para mal. Y hay días que me quiero romper la cabeza bajo la pregunta "¿por qué me tengo que sentir así?" y sin embargo... le tengo terror escandaloso a la muerte y amo la vida como a nada en el mundo. Empecé a usar el termotanque hace esacasas semanas después de inviernos bañándome con agua helada ya que el temor a que explote y cercene mi cabeza era mucho más fuerte (de vez en cuando me gana y lo apago). No pasa un día en el que no piense que me estoy muriendo, que tengo algo maligno creciendo dentro de mis entrañas que me va a pasar a buscar en cualquier momento para llevarme directo a la última estación donde me espera el frío beso. Tiendo a sentirme enfermo muy seguido. Y contradicciones así tengo infinitas e inclusive mucho peores.
Y así y todo... hasta hace no mucho comprendí que me martirizo por demás, que siempre encuentro la forma de estar mal. Y es ahí cuando decido poner un freno y así tratar de desacelerar, cuando entiendo que puedo tratarme un poco mejor. No siempre la culpa de todo lo que me rodea es mía. Si bien la mayoría de las veces sí, ya que soy un insoportable de mierda, soy esto y me esfuerzo por no serlo, o al menos, no afectar al de al lado en el transcurso. Pero a veces es más fuerte que yo. A veces soy una mierda guiada por una tremenda cara de orto, abruptos cambios de ánimo, fuerte dolor emocional y una ansiedad que me lleva de la mano. Por lo que al final sí, soy un poco de todo y un poco de nada. Y aunque trate de comprender... no lo voy a hacer nunca. Y está bien. Prefiero quedarme con que al final del día en alguna parte recóndita un poquito me aprecio y que quien está a mi lado es porque de verdad también lo hace. No hay nada como confiar en los tuyos, en los que siempre están y estuvieron. Además... al final del día lo único que quiero es llegar a mi departamento, poner un disco, cocinar para luego ver algo y dormir.
Reminder: Algo que una vez me dijeron... "Déjate vivir".
Reminder 2: todo es un efímero. La felicidad. La tristeza. Vos. Todo pero absolutamente todo es efímero.
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