¿Existe una forma de atravesar el dolor? - Sobre 'Punisher' de Phoebe Bridgers
Últimamente estuve girando en torno a la misma idea, a la misma pregunta. Una y otra vez. Y es que, ¿existe genuinamente una forma de atravesar el dolor? ¿Existe una fórmula cuasi matemática para dejar un duelo atrás? Respuestas me aparecieron por todos lados, de hecho, existe una exagerada sobrecarga de información respecto a este tema en internet. Gurúes berretas en nuestra actualidad sobran. Aquellos que te quieren explicar mediante libros de autoayuda o palabras disfrazadas de complejidad un enunciado tan vacío y carente de sentido como "Acepte sus sentimientos" o "hable con sus seres queridos". Inclusive existe una catalogación de las etapas del duelo. Acá no busco hacer crítica a todas estas formas ya que la respuesta al final no va a cambiar: el dolor de la pérdida, al final, es un viaje completamente personal y subjetivo. Por ende, si a alguien le sirvieron los libros de autoayuda, bienvenido sea. (Aunque por supuesto, siempre uno recomendaría ir al psicólogo, ¿no? Exista una patologización del duelo o no, pero es otro tema, no nos desviemos). La cuestión de todo este eterno preámbulo es ni más ni menos que para comenzar a hablar de Punisher, el segundo álbum de Phoebe Bridgers. Corría el año 2020, un fin del mundo de por medio, y la cantautora sacaba un disco que condensaría en 11 canciones una experiencia profundamente íntima, profundamente personal y por ende, profundamente humana. Si su álbum anterior, Stranger in The Alps (2017), era una búsqueda sobre el trauma y sus raíces en sí, Punisher es el movimiento hacia otro lugar de todo ese trauma.
Para comprender Punisher en su totalidad hay que tener en cuenta un par de cosas. La primera es que lejos de ser un disco explosivo desde lo estético o lo sonoro, es más bien lo contrario, no así desde lo narrativo. El disco es melancólico, calmo, sin romper la armonía en ningún momento, o al menos, hasta el final, donde todos conocemos el final... pero nos estamos adelantando. Otra cuestión a tener en cuenta es que Phoebe Bridgers decide narrar de manera episódica. Esto queda marcado desde la primera canción, que es una introducción instrumental de un minuto de duración. La clave está en su título, "DVD Menu". Y es que quizás algunos no lo sepan por una cuestión generacional, pero cuando no existían las plataformas de streaming, mucho antes de toda la explosión de consumo masivo, existía algo llamado DVD, sí. Y en consecuencia, estos DVD's tenían menúes donde se podían seleccionar escenar específicas de las películas, ir a extras e inclusive cambiar el idioma, he aquí un ejemplo:
Pero, ¿qué tiene que ver esto con Punisher? Bueno, lógicamente y como dije con anterioridad: todo lo que se nos narrará será de manera episódica. Y es que supongamos que Phoebe Bridgers está sentada frente a una televisión de tubo y reproduciendo un DVD con fragmentos de su vida. Aquí ella elegirá escenas específicas para reproducir. Algunas más dolorosas que otras, pero siempre desde una mirada melancólica propia de alguien que vivió los 00's. El disco está lleno de referencias a un tiempo que ya no está más. Desde teléfonos públicos hasta la muerte del hijo de Eric Clapton.
Después de la introducción, llega Garden Song. Para mi e indiscutiblemente una de las canciones más esperanzadoras de la autora. Y es que hace una introspección hacia el pasado, el publo donde creció y como todo y todos se fueron haciendo más grandes. Los anhelos de la infancia/adolescencia, dónde todo parecía posible y a su vez lo pone en retrospectiva con el ahora; "La doctora puso sus manos sobre mi hígado, ella me dijo que mi resentimiento se está haciendo pequeño". Es decir, algo está sanando. Sin embargo, hay algo que probablemente no termina de alcanzar: "No, no le tengo miedo al trabajo duro. Obtengo todo lo que quiero. Tengo todo lo que quería".
Y así pasamos a Kyoto, mi canción favorita de toda la vida. No hay mucho para decir más que: hay que escucharla y leerla. Solo me voy a limitar a comentar que es una canción en la que Phoebe Bridgers explora la tormentosa relación con su padre (eventos canónicos si los hay).
La siguiente canción es Punisher. La cual tengo entendido es una conversación ficticia entre Bridgers y uno de sus artistas favoritos, el gran Elliott Smith. Podría pasar desapercibida y como un simple "capricho" u "homenaje". Sin embargo nada dista más de la realidad. Es una declaración de intenciones, es un grito a los cuatro vientos. Somos lo que hemos consumido, somos las cosas que amamos. Pero además, es el título del álbum. En realidad no hay un Punisher, sino que es la Punisher. Es la propia Phoebe Bridgers quien castiga.
"Halloween" es un recorrido por la festividad religiosa y sobre todo, sagrada. Es la noche en la que se puede ser quien sea. Y esto queda en claro. Pero además, como si de un año nuevo se tratase, la festividad traerá consigo algún que otro eco del pasado. Si la banda El Mató en la canción Chica de Oro se preguntaba "¿Te acordas la tarde en que nos dimos cuenta de nuestro amor?", acá, en este lugar llamado noche de brujas, quedará vagando por el resto de los días la siguiente cuestión: "¿Te acordás la noche en que nos dimos cuenta de nuestro error? Dónde el pasado se hizo eterno, donde hubo una última vez. Dónde fuimos lo que de verdad queríamos ser y nunca más pudimos recuperar".
"Chinese Satellite" nos sumerge en la eterna cuestión del quien soy. Dejar el lugar al que siempre estuvimos arraigados nos convierte en completos desconocidos. "En cambio, miro el cielo y no siento nada. Sabes que odio estar sola. Quiero estar equivocada". Sin emabrgo el punto álgido llega al final, cuando termina la canción esbozando un desgarrador "Quiero ir a casa". Pero como bien sabemos, el show debe continuar.
La siguiente canción, y como todas, narra un episodio relevante en la vida de Punisher. Estamos hablando de "Moon Song", que puede ir directamente conectada con la canción que le sigue, "Savior Complex". En ambas se narra una relación no solo turbulenta para la cantante, sino para ambas partes. Claramente cuando una persona está enferma o padeciendo ciertas cuestiones, se hace todo cuesta arriba y por sobre todo, traumático. En Moon Song se narra como en "nombre del amor" uno puede sucumbir a casi que cualquier cosa con la esperanza de ver al otro mejor, mientras que en "Savior Complex" es la aceptación de la situación anterior, es asumir que tiene complejo de salvadora. Otro evento canónico. Bridgers lo grafica como si se tratase de un asesino (es simbólico, no literal). Ya que en Moon Song esboza la siguiente línea "Estás enfermo y estás casado (...). Cuando viste el pájaro muerto empezaste a llorar, pero sabes que el asesino no entiende". Mientras que en Savior Complex retruca de la siguiente manera: "Eres un vampiro. Quieres sangre y yo te la prometí (...). Todos los esqueletos que escondes, muéstrame el tuyo y te mostraré el mío". La ilógica lógica del amor trae consigo la no comprensión. De uno mismo, de un otro. No se porque hacemos lo que hacemos, mucho menos sé porque siento lo que siento por vos. Quizás mostrándonos los esqueletos logremos comprender. La siguiente canción, "ICU", irá por un camino similar, solo que desde un enfoque más personal y no tanto de la pareja en sí. Es una Bridgers reflexionando sobre si misma en base a lo que fue y es dentro de la relación.
Y si hablamos de reflexiones sobre sí misma, llega la anteúltima canción del álbum, "Graceland Too". Es la independencia y la búsqueda de la libertad llevadas a la acción junto a todo lo que esto conlleva; esperanza, incertidumbre. Todo en partes iguales. Además tanto en su título como en la propia canción evoca a la figura de Elvis. El símbolo máximo de rebeldía. Y una vez más, con todo lo que esto conlleva. Ser rebelde sin causa es un precio a pagar. ¿Que voy a hacer de mí, que no sé a quien seguir o qué seguir? Sin embargo el coro del final habla por sí solo. Es una bocanada de fuerza ante la vulnerabilidad de afrontar un mundo en soledad. Un mundo que constantemente nos grita que poco a poco se va a acabar, o al menos, todo lo que solía importarnos ya no existe más. Y así llegamos al final, un punto extremadamente alto en el álbum. "I Know The End". Una canción que va in crescendo musicalmente. Empieza con la tonalidad que venía construyendo todo el álbum hasta que rompe. Y rompe de manera "caótica". Es un grito, es un fin del mundo en toda la regla. La canción en un principio nos narra el no lugar. El no encontrarse, sea en Alemania o en Texas, ningún lugar es hogar. A esto le sumamos que un otro debe de irse, y en consecuencia... nosotros también; no solo no te tengo, sino que no me tengo. Y por eso debo de irme, de hecho, me tengo que ir ahora. Y así rompe por primera vez la canción. Cambia el tempo, cambia la narración. A partir de acá, Phoebe Bridgers comienza a nombrar algo así como una "road movie", una película de carretera dónde en el transcurso del viaje se encontrará con cosas sumamente norteamericanas (su lugar de origen, su cultura). Una búsqueda impulsada por las diferentes vivencias que trajo consigo el duelo. Fue una ola que casi se lo lleva todo puesto, sin embargo... el final está acá. Y todos lo sabemos. Y es que citando una vez más a El Mató: "Todo lo que me importa no existe más". A medida que el camino siga transcurriendo, las cosas que nos hicieron irán desapareciendo poco a poco en la lejanía, en el horizonte. Sin embargo y para que esto suceda, se debe de atravesar el dolor. Ya que nos seguirá a donde vayamos. Y lo importante está en esa búsqueda. "Encontraré un nuevo lugar para ser (...). No, no tengo miedo a desaparecer. El anuncio publicitario decía 'El fin está cerca'. Me di vuelta, no había nada allí. Si, supongo que el final está aquí". Y es que sabremos que el final del dolor está cerca cuando miremos hacia atrás y no encontremos nada allí. Ni siquiera a nosotros mismos. Se me viene a la cabeza la cita inicial con la que abre "Amores Perros", de Iñárritu: "Porque también somos lo que hemos perdido". Y es eso, sin más. Por último, se hace el quiebre final en la canción y empieza el caos, dónde se rompe por completo al son de un "El final está aquí", hasta que entran los sollozos. Y la realidad es que no tengo una respuesta clara a si existe o no una forma de atravesar el dolor como tal, sin embargo tengo muy en claro que las respuestas probablemente están acá, en Punisher. Dónde paso a paso tratamos de comprender que no existe un solo duelo, sino que varios. Dónde nuestra película, nuestro "menú de DVD" estará plagado de ellos. Algunos más traumáticos que otros, sin duda alguna. Sin embargo debemos de saber cual es el final, que siempre será el mismo; la muerte. De nosotros, de lo que nos rodea, de lo que fuimos, de los que nos hicieron lo que somos y de los amores que fuimos dejando en el camino. Todo termina. Todo. Pero ahí está la clave; en ese final está la respuesta. A nuevo final, nuevo comienzo. Y así escuchamos los últimos segundos de Punisher, apagamos el reproductor y cambiamos de DVD. Ahí vamos, otra vez. Reproducimos un nuevo menú de DVD.
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