Aprendiendo a caminar de nuevo - Análisis 'Lo Más Cercano a Caer' de Nenagenix.
A veces, y solamente muy a veces, sucede que de alguna manera digamos, esotérica, se conjugan varios elementos que dan como resultado algo que nos parece hasta surrealista en el sentido de "¿Cómo carajos puede ser que esto sea real?" (pregunta que traeremos a colación más adelante y con un sentido diferente, pero es pertinente tenerla presente). Y eso pasa con Lo Más Cercano a Caer, de Nenagenix. Y es que por obra del destino, o más bien, de un quinteto, nos encontramos frente a una solídisima obra artística. Y no solo desde lo sonoro, que es un rubro del cual no puedo aportar mucho ya que mis limitados conocimientos me llevan a resumir todo en un simple "No sé porqué, ni cual es la explicación, pero esto suena increíble". Sino que en el primer disco (cosa a resaltar, es un primer disco, ¿como puede ser? Si parece que tienen una trayectoria de décadas) de la banda, Nenagenix logra una solidísima narrativa, digna de analizar paso a paso y detalladamente. Antes de adentrarnos en el análisis como tal, es pertinente tener en cuenta un par de cuestiones que serán relevantes en la narrativa del disco. Y es que nos vamos a adentrar en un mundo naturalmente esotérico. Esto planteado desde el más literal de los sentidos etimológicamente hablando. Ya que la palabra "esoteros" deviene del griego antiguo esoterikós, que significa "de dentro, íntimo, más adentro, más interno". Y me parece una gran manera de adjetivar lo que de manera abstracta podría definirse como "la esencia" de Lo Más Cercano a Caer. Ya que nos vamos a adentrar en una obra plenamente íntima, puramente personal y profundamente humana. Pero a su vez, este adjetivo tiene una doble funcionalidad, ya que también aplica como una definición más acercada a la comprensión del mundo que tiene el álbum, una visión encardada desde una óptica profundamente espiritual e inclusive mágico/religiosa. Y es que Lo Más cercano a Caer está trazado en gran medida por la naturaleza y se puede hacer una conexión directa con la religión Wicca, ya que su narrativa tiene una visión del cuerpo y la naturaleza como partes de una misma cosa. Una de las simbologías más importantes de dicha religión es el pentagrama siguiente:
Una de las interpretaciones que uno puede tener al observarla, es la naturaleza como un hogar. Aquel lugar donde se resguarda el cuerpo. Aquel lugar que habitamos. Y si vamos más allá, se trata de una habitación. Pocos lugares son tan íntimos como la cama de uno. Esoterikós, ¿no?
Como se puede observar, existe una conexión entre los elementos de la naturaleza y el espíritu, siendo este último un elemento más. Pero no queda solo ahí. Debo de hacer una última aclaración: los dioses principales son dos. La Diosa y el Dios. Estos suelen ser representados con la luna y el sol. Es importantísimo tener esto en cuenta. Por último, debo aclarar que Lo Más Cercano a Caer tiene una percepción del propio cuerpo como entidad que sufre, siente y recibe (algo olvidado en los tiempos que corren). Y esto se ve desde el primer instante. Así que ahora sí, vamos con el álbum.
Antes de hablar de la primera canción, hay que hablar del título del disco. Y es que "Lo Más Cercano a Caer" es eso. Estar cerca de caer, que no es lo mismo que caerse. Es una obviedad pero es importante tenerlo en cuenta. Coqueteamos con el abismo, más este no nos gana. Caminamos por la cornisa, más no caemos. Es decir, sufrimos pero lo atravesamos. En la búsqueda nos perdimos. Y si hablamos del título, debemos de hablar de la portada:
Una de las interpretaciones que uno puede tener al observarla, es la naturaleza como un hogar. Aquel lugar donde se resguarda el cuerpo. Aquel lugar que habitamos. Y si vamos más allá, se trata de una habitación. Pocos lugares son tan íntimos como la cama de uno. Esoterikós, ¿no?
Lo Más Cercano a Caer comienza con Pulso. Canción que desde el primer instante nos plantea de que se va a tratar toda la narrativa. Canción que va a condensar todo el disco en una sola canción. Todo lo que está en Pulso, estará en el álbum. En sus primeras líneas se esboza un "Estoy cansada de arreglar, todo lo que destruís, me usás y me tirás. El ciclo se repite una y otra vez, más, una y otra vez, más". Vamos a recorrer una historia de desamor, pero sobre todo, de búsqueda: "Voy a salir de mi cuerpo y aprender a ser yo de nuevo, voy a buscar un portal para escapar de vos". Dejar al otro para volver a ser, no sin antes dejarse a uno mismo. Uno se impregna de un otro al punto tal de que se pierde la propia concepción. Me pierdo porque te tuve, me encuentro porque te perdí. Y esto tiene relación con el título de la canción. El pulso. Un corazón que late, pero además, tengo un pulso como sinónimo de intuición. Un pulso que nos mantiene vivos, el pulso como energía. En este caso, el pulso de dejar a un otro. Además la canción esboza la relevancia del cuerpo: "Quiero abrir un agujero, marcar la X en tu pecho, para mirarte desde adentro, juntar las piezas de un rompecabezas que no se puede armar, sentir el peso de tu cuerpo que no me deja respirar". Además, también plantea que se trata de un duelo que ya comenzó hace tiempo: "Correr buscando algo que perdí, aunque sé que nunca mas va a estar ahí". Y así es que pasamos a Contraluz. Estar a contraluz, estar del lado opuesto de la luz. La canción abre con un "Miré al abismo, una o dos veces. Me vi a mí misma. Dos o tres veces más, éramos vos y yo... alejándonos". Primero que habla de mirar al abismo, refutando esta idea de estar cercanos a caer. Pero además esboza un tacto increíble a la hora de hablar de una ruptura. Y sobre todo, nos plantea esta idea de uno mismo como un cuerpo ajeno al otro. Cosa que cuando existe enamoramiento tiende a ser olvidada, ya que muchas veces nos guiamos por el lema de "Yo soy cuerpo porque te amo", cuando en realidad también somos cuerpos porque sufrimos. Luego habla de la inocencia (tema que va a ser relevante en breves) y vuelve a hablar del cuerpo: "La inocencia una vez más. Soltar lo incondicional. Sin tener que ver atrás pinche mi piel, un par y media más. Tiré mi cuerpo desde arriba para nunca más soltar". Pero además, expone algo muy interesante: "Ahora no recordamos como antes. No vemos como antes, ni sentimos como antes. Sabemos todo en parte. El pasto nos enreda, y aún así no estamos cerca. Me arrastro retorcida, envuelta en mis heridas". Naturaleza, cuerpo padeciente y sintoma de algo que acompleja. En la era de la digitalidad donde se predica la conectividad, no hay más que desconexiones por doquier. Con el otro, con uno mismo, con el entorno que nos rodea. Nos alejamos más y más.
El tercer tema del disco es "Dientes de Leche", título que evoca a la niñez, como su letra. Es decir, la inocencia en su estado más puro: "Tenés a todos sonriendo, desde tus dientes de leche. Alguna vez fuiste inocente. Travesuras repetidas. Edad de saltos y heridas. Fueron con vos siempre". La inocencia como una herramienta para el mal. La inocencia perdida y luego pervertida. Lo sagrado profanado. La canción siguiente es "Igual", el cual es el primer cachetazo de realidad. En el ecuador del álbum se encuentra la protagonista lo más cercana a caer. En esta canción ocurre la aceptación del duelo, y la aceptación duele. "Todo esto fue temporal. Te amé desde el más allá. Pero ya no es igual", "Las cosas estaban mal. A veces pienso en dejar. Mis piernas caminan mal". Extirpar el amor del cuerpo de uno es de las mayores agonías, tanto que comienza a funcionar mal. Las defensas bajan, uno enferma por dentro. "Brillar. Tu luz al verte pasar. Llorarte en algún lugar, y no te quiero dejar atrás (...) Cuantas veces me fallé. Cuantas veces terminé. Nunca voy a ser igual". Efectivamente, uno asume que ya nada volverá a ser como antes. Algo se rompió. El río seguirá corriendo pero uno bien sabe que algo cambió, para siempre. "Y ya no puedo olvidar. No puedo mirar atrás". Sin embargo hay un dejo de esperanza que llega comprendiendo que fue una acertada decisión: "Y sí lo pienso una vez más sé que tenía que marcharme y poder ver que no era igual. Y que me ibas a lastimar. ¿A dónde me escondo?¿A dónde voy a llorar?". La aceptación no solo llega asumiendo los errores propios, sino que también con los ajenos. Y así pasamos a "Sueño por Debajo". Líricamente superior. Es una poesía en todo su esplendor. Es el entendimiento del mal. Pero no de manera despectiva, más bien, lo que hace es comprender que está sucediendo. Es el desnudo absoluto. Esto es lo que me está sucediendo por dentro. "La arena me quema los pies, y vos sos el sol. Brillas por horas y horas, me quedo en tu sombra. Mirarte mucho me hace mal, pero no puedo, no lo puedo evitar. Cuando te toco me lastimas, me desvanezco al soltar". Una vez más, naturaleza y cuerpo, ¿y él quien es? Así es, el sol. Ni más ni menos. En este caso sirve de metáfora al dolor causado por la otra parte y el martirio propio de caer una y otra y otra vez. "Y no puedo ver más allá de vos. Me quedo en el tiempo donde fuimos dos". La reiteración eterna. Uno no puede dejar de amar. Una vez Benedetti escribió "La culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo". Podemos elegir a quien amar, más no dejar de hacerlo al gusto y antojo de uno. "Como un niño sostiene una flor, te sostuve un instante. Lastimaduras recubren mis brazos, siento tus dedos tocando. Y por las noches te escucho llorar, mientras te busco en el mar. Mientras te busco". Nuevamente, naturaleza y cuerpo. Y la canción cierra de manera magnífica al son de un "Me quedo en el recuerdo, esperándonos". Nada que agregar. Pero esto no queda acá, ya que la canción que sigue es como un epílogo a Sueño por Debajo, ya que "Nadar Sola" cumple la función de oniricidad. Es el sueño. Tanto desde su lírica como su sonido ya que parece que estamos vagando por un sueño ajeno (que ahora nos pertenece). Además se relaciona directamente con la portada del álbum. "Son 3:33 y no voy a dormir más. Salto al vacío de tus brazos, arrastrando lo que sabemos merecer. Tal vez si me tragas ambos podamos despertar". Cuerpos que se funden en uno solo. Y así pasamos a "Asfixia", la anteúltima canción. "En el agua vi el destello fugaz de lo que fui aquel ayer que ya no está, del cuerpo que pudo ser pero que ya no es más. Perdido entre la tierra y las espinas". ¿Hace falta que lo diga? Naturaleza y cuerpo, de nuevo. En este caso el cuerpo que no es porque se lo llevó el ayer, aquello que supo ser y pudo haber sido. "Soy solo huesos, busco mi centro sin terror. Soy solo huesos, armame de nuevo. Soy solo huesos. Soy un espectro". Pero aquí pasa algo, y es que Asfixia está directamente linqueada con la última canción del disco. Ya que hay una transición entre canciones que genera el efecto de ser una sola pieza. En "Antes de que Olvide" se cierra la historia, más no el duelo. "Ajena a mi piel, vuelvo adentro tuyo" o "Antes de que vuelva el sol, antes de que duerma hoy. Antes de que olvide, donde y quien soy. Como soy". Pero pasa algo curioso. Y es que por primera vez se utiliza la palabra digital, es decir, la antítesis de lo "natural": "Tus manos digitales quieren algo más. Alguien más". El principio del fin. La razón de ser. "Fuera de control, así lo quise yo. No puedo ser mejor, adentro se enfrió. Tal vez, hoy no. Me siento sucia de nuevo. Al menos, no duele hoy". Y ahí está. Ahí se concentra todo. La línea final. No se trata de finales felices, ni siquiera del final en sí mismo. Se trata de atravesar. El duelo es así. Fue tal la fusión de los cuerpos que despegarse es un renacer. Encontrarse de nuevo cuesta. Uno se sigue preguntando que hacer con todo esto, sin embargo, hay un dejo de esperanza, hay una puerta entreabierta y es que al menos, no duele hoy.
El tercer tema del disco es "Dientes de Leche", título que evoca a la niñez, como su letra. Es decir, la inocencia en su estado más puro: "Tenés a todos sonriendo, desde tus dientes de leche. Alguna vez fuiste inocente. Travesuras repetidas. Edad de saltos y heridas. Fueron con vos siempre". La inocencia como una herramienta para el mal. La inocencia perdida y luego pervertida. Lo sagrado profanado. La canción siguiente es "Igual", el cual es el primer cachetazo de realidad. En el ecuador del álbum se encuentra la protagonista lo más cercana a caer. En esta canción ocurre la aceptación del duelo, y la aceptación duele. "Todo esto fue temporal. Te amé desde el más allá. Pero ya no es igual", "Las cosas estaban mal. A veces pienso en dejar. Mis piernas caminan mal". Extirpar el amor del cuerpo de uno es de las mayores agonías, tanto que comienza a funcionar mal. Las defensas bajan, uno enferma por dentro. "Brillar. Tu luz al verte pasar. Llorarte en algún lugar, y no te quiero dejar atrás (...) Cuantas veces me fallé. Cuantas veces terminé. Nunca voy a ser igual". Efectivamente, uno asume que ya nada volverá a ser como antes. Algo se rompió. El río seguirá corriendo pero uno bien sabe que algo cambió, para siempre. "Y ya no puedo olvidar. No puedo mirar atrás". Sin embargo hay un dejo de esperanza que llega comprendiendo que fue una acertada decisión: "Y sí lo pienso una vez más sé que tenía que marcharme y poder ver que no era igual. Y que me ibas a lastimar. ¿A dónde me escondo?¿A dónde voy a llorar?". La aceptación no solo llega asumiendo los errores propios, sino que también con los ajenos. Y así pasamos a "Sueño por Debajo". Líricamente superior. Es una poesía en todo su esplendor. Es el entendimiento del mal. Pero no de manera despectiva, más bien, lo que hace es comprender que está sucediendo. Es el desnudo absoluto. Esto es lo que me está sucediendo por dentro. "La arena me quema los pies, y vos sos el sol. Brillas por horas y horas, me quedo en tu sombra. Mirarte mucho me hace mal, pero no puedo, no lo puedo evitar. Cuando te toco me lastimas, me desvanezco al soltar". Una vez más, naturaleza y cuerpo, ¿y él quien es? Así es, el sol. Ni más ni menos. En este caso sirve de metáfora al dolor causado por la otra parte y el martirio propio de caer una y otra y otra vez. "Y no puedo ver más allá de vos. Me quedo en el tiempo donde fuimos dos". La reiteración eterna. Uno no puede dejar de amar. Una vez Benedetti escribió "La culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo". Podemos elegir a quien amar, más no dejar de hacerlo al gusto y antojo de uno. "Como un niño sostiene una flor, te sostuve un instante. Lastimaduras recubren mis brazos, siento tus dedos tocando. Y por las noches te escucho llorar, mientras te busco en el mar. Mientras te busco". Nuevamente, naturaleza y cuerpo. Y la canción cierra de manera magnífica al son de un "Me quedo en el recuerdo, esperándonos". Nada que agregar. Pero esto no queda acá, ya que la canción que sigue es como un epílogo a Sueño por Debajo, ya que "Nadar Sola" cumple la función de oniricidad. Es el sueño. Tanto desde su lírica como su sonido ya que parece que estamos vagando por un sueño ajeno (que ahora nos pertenece). Además se relaciona directamente con la portada del álbum. "Son 3:33 y no voy a dormir más. Salto al vacío de tus brazos, arrastrando lo que sabemos merecer. Tal vez si me tragas ambos podamos despertar". Cuerpos que se funden en uno solo. Y así pasamos a "Asfixia", la anteúltima canción. "En el agua vi el destello fugaz de lo que fui aquel ayer que ya no está, del cuerpo que pudo ser pero que ya no es más. Perdido entre la tierra y las espinas". ¿Hace falta que lo diga? Naturaleza y cuerpo, de nuevo. En este caso el cuerpo que no es porque se lo llevó el ayer, aquello que supo ser y pudo haber sido. "Soy solo huesos, busco mi centro sin terror. Soy solo huesos, armame de nuevo. Soy solo huesos. Soy un espectro". Pero aquí pasa algo, y es que Asfixia está directamente linqueada con la última canción del disco. Ya que hay una transición entre canciones que genera el efecto de ser una sola pieza. En "Antes de que Olvide" se cierra la historia, más no el duelo. "Ajena a mi piel, vuelvo adentro tuyo" o "Antes de que vuelva el sol, antes de que duerma hoy. Antes de que olvide, donde y quien soy. Como soy". Pero pasa algo curioso. Y es que por primera vez se utiliza la palabra digital, es decir, la antítesis de lo "natural": "Tus manos digitales quieren algo más. Alguien más". El principio del fin. La razón de ser. "Fuera de control, así lo quise yo. No puedo ser mejor, adentro se enfrió. Tal vez, hoy no. Me siento sucia de nuevo. Al menos, no duele hoy". Y ahí está. Ahí se concentra todo. La línea final. No se trata de finales felices, ni siquiera del final en sí mismo. Se trata de atravesar. El duelo es así. Fue tal la fusión de los cuerpos que despegarse es un renacer. Encontrarse de nuevo cuesta. Uno se sigue preguntando que hacer con todo esto, sin embargo, hay un dejo de esperanza, hay una puerta entreabierta y es que al menos, no duele hoy.
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